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jueves, 23 de octubre de 2014

Mi Fascinación



Aun me quedas tú, impalpable novia de tiempos estudiantiles,
me queda el recuerdo inolvidable que dejamos bajo la tenue cascada,
me quedan tres chispas del dulce calor de tus tiernos abrazos,
me queda tu juramento de amor eterno que nada distanciaría,
me queda tu recuerdo en un recóndito entresijo de mi mente,
también me queda el sonido de un nostálgica guitarra callejera,
me quedan la vida y la muerte eternos danzantes en continuo baile,
todo eso me queda de ti, …pero aun siento un enorme vacío!!!

© Hernán Antonio Núñez




martes, 14 de octubre de 2014

La hermosa historia del doctor Kelly

Un vaso de leche





Un día, un muchacho pobre, de nombre Howard Kelly, que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre.



Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una joven y encantadora mujer le abrió la puerta. El muchacho apenado, en lugar de comida pidió un vaso de agua.



Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, ¿Cuánto le debo? -No me debes nada,- le contestó ella. -Mi madre siempre nos ha enseñado a jamás aceptar un pago por una caridad-. Él joven dijo: “entonces, se lo agradezco de todo corazón”.



Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres estaba más fortalecida. Había estado a punto de rendirse y dejar todo.



Años después, casualmente esa joven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos y no encontraban la razón de su mal. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a los mejores especialistas para estudiar su rara enfermedad.



Finalmente tuvieron que llamar al mejor médico de todos, al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando el galeno oyó el nombre del pueblo de donde procedía la paciente, una extraña luz llenó sus ojos.



Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital al cuarto de la mujer. Vestido con su impecable bata blanquísima entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.



Desde ese día prestó atención especial al caso y después de una larga lucha, ganó la batalla. Finalmente, el Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.



La revisó, escribió algo en el borde, y envió la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos... Pero al fin la abrió, y algo llamó su atención en el borde de la factura. 



Leyó estas palabras... “Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly”. 



Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: -Gracias, Dios porque Tu Amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos-.

viernes, 10 de octubre de 2014

El vagabundo




Camina hacia ningún sitio, con sus zapatillas robadas
tapadera externa de la suciedad que se acumula
entre los pies derrotados que la suciedad disimula
le da lo mismo el camino, la ciudad le importa nada.


Tras los parpados aparentemente siempre cerrados
ningún afán, ninguna ansia, ninguna duda
pasea con la cerrada ansiedad de una mula
reviviendo cada día, momentos ya pasados.


Cada arruga del rostro, profusamente arrugado
es una novela, inacabadamente incompleta
apenas un disfraz de disimulada silueta
y entre arruga y arruga un pecado olvidado.


No hay metas para el vagabundo, ya no hay metas
solo paisajes, repetidamente andados
y su deambular por desérticas callejuelas
parecen negarle el descanso, a su cuerpo cansado.



Autor: Matías Moguel Carrizosa

martes, 7 de octubre de 2014

El Hombre Duerme



El viento gime en la noche dolorosa
la cintura vieja herrumbrosa ni se queja
el dolor es gratis, en esta suciedad
solo el joven es la promesa de nueva vida.




Es como si la naturaleza sintiera el dolor
de un pueblo atormentado de caudillos
cuyas fauces lastimeras trozan virtudes
de los pocos locos hombres libertarios.




Mientras las féminas se embraguetan
sus hombres solo trashuman libidinosos
un licor blanquecino que es más que ocio
y no se equiparan las masas en la lucha.




Pero los jóvenes duermen aletargados
por el opio concertado del pudiente lacayo.
¿Qué le pasa al pueblo? ¿acaso cede el alma?
¿Ese es el pueblo que mi historia conoce?





El tiempo irresoluto aun no termina,
pero caen las horas por racimos, día,
noche y ni siquiera el gallo vespertino,
despierta voluntades escondidas, gachas.





Ha de llegar el día que como un solo ente,
igual a peces que se juntan ante el tiburón,
la gente arrecha de un tirón a su conciencia
y sin ningún tipo  de indulgencia
tome lo que es suyo por derecho.





Dice la conseja, que el cántaro se rompe
de tanto coñazo que recibe en la fuente
y éste, que por cierto, aquí les escribe
al menos con las letras y la razón lucha.



Quizá esa ayuda no sea mucha, según,
pero es factible que algún indeciso se apreste
por estos versos necios, insolentes y toscos
y eso, queridos compañeros, ya es ganancia.



© Hernán Antonio Núñez


viernes, 3 de octubre de 2014

Tu beso








Hasta en las flores veo tu boca,
el solo paisaje besarla provoca,
no es que quiera sentir tu beso
es que sin tu boca estoy preso.





Un beso tuyo sabe a chocolate
tus labios carmesí de mil kilates
sacian mi hambre de ser amado
mi corazón ya lo has arrebatado. 


Tu beso me cura cualquier dolor,
solamente me aqueja el desamor,
cuando tu boca en mi piel se posa
es la caricia del pétalo de una rosa.


 


La miel de tu boca es rico calmante
es una complacencia ser tu amante
para toda mi alma-ser  escarnecido
sin tus tibios brazos, desguarnecido.


© Hernán Antonio Núñez










miércoles, 1 de octubre de 2014

Octubre (Almanaque llanero)




Con cantos de carraos en noche triste
se presenta octubre bondadoso
halla todo anegado, verde, mustio;
reina invierno, aún majestuoso.



Se pasea por los médanos y bancos
y por el monte seco que quedó,
ve hambreados los ganados y sufriendo
un puñado de reses que se aisló.



¡Basta ya! Dijo entonces ¡fuera! ¡fuera!
dijo a las aguas, ¡váyanse de aquí!
y éstas, que cabeceando ya se hallaban,
detuvieron su impetuoso frenesí.



Capas amarillentas se iban viendo
quedar en los bancos anegados
y mientras más las aguas se alejaban
alegres veíanse los ganados.



Octubre, el mes del calor y el fastidio
del llanero por la plaga; y obligado
a componer los corrales y queseras;
que las varas y bejucos ya ha cortado.



Los lanares empiezan a podrirse
el agua se calienta y se corrompe
los árboles y bananos cogen más
la savia, la que corre por sus frondas.



El tábano verde azota los ganados
jején y puyón azota a la gente;
el mosquito, y el zancudo hacen conjunto
con el cual forma gran contingente.


Jorge Plaz
Almanaque Llanero