viernes, 26 de abril de 2013

Aguitas medicinales




En plena esquina de las calles 13 de Junio y Equinoccial, en el poblado de San Antonio de Pichincha (cerca del monumento de la Mitad del Mundo), al norte de Quito, está la solución para todas las dolencias del cuerpo humano.


Asegura don Rogelio que sus "agüitas" son totalmente naturales y que curan los riñones, el mal aliento, la fatiga, el estrés, sabañones, los nervios, purifican la sangre, eliminan el colesterol malo, ayudan a la circulación, entre otros males.


Sirve para levantar la líbido en las damas y el apetito sexual en los hombres de avanzada edad, mejora la intensidad sexual en la pareja; por eso, cada vez aumenta más su venta y la confianza en la gente, según dice don Rogelio Uaman.


Éste pintoresco señor se ha convertido en el “aguatero bendito” de los vecinos de esta población. Desde las 6 a.m. y desde hace más de siete años este peruano brinda este conocimiento milenario, una receta que está basada en la mezcla de sábila, linaza,hierbas curativas y esencias vegetales, desde entonces mucha gente pueblerina le ha confiado su salud a don Rogelio.









Desde muy temprano don Aníbal (El popular "muñeco")  uno de los asiduos clientes de este señor, sale de su casa y va hasta el carrito de las “agüitas milagrosas” o “aguas de vieja” como también se le conoce, para disfrutar de un medicinal vaso de cristal de sábila, mezclado con agua de manzana hervida, linaza y extractos vegetales y frutales. El asegura que su trabajo es exigente, pero desde que es fiel consumidor de este producto ha notado que tiene mejor ánimo en el trabajo y “en la casa”.


“El secreto es tomarse la mezcla antes del desayuno y si hace la toma de una sola vez, tanto mejor”, dice don Aníbal, convencido de que las aguas de don Rogelio le han ayudado a mejorar la vida, pero lo único en que no le ha ayudado es hacer crecer de nuevo el cabello.


Junto a él estoy yo, quien deseo que esta maravilla natural surta su efecto cuanto antes, ya que estoy pasadito de kilos y eso me afecta la columna y las rodillas, (hoy dia, ya he rebajado 40 kilos).


Con habilidad don Rogelio mezcla de una jarra a otra la preparación. Aquí el cliente escoge el tipo de agua que quiere, para cada mal hay una mezcla específica.



La infusión se elabora con plantas como La sábila, la linaza, uña de gato, el matico, manzana, noni, propolio, llantén, ataco, taraxaco, malva blanca, la conocida ‘caballo chupa’, y un montón de hierbas y frutas con extraños nombres que forman parte del nutritivo menú del expendedor de las agüitas”.





Se puede complementar con unas gotas de limón, una cucharada de miel de abeja. Las aguas amargas se hacen con: berenjena, ajenjo y la chuquiragua. Estas sirven para eliminar el colesterol malo, a disminuir los triglicéridos; en general para limpiar el organismo. Además, en el momento de tomar las aguas de remedio puede pedir una pastilla compuesta de uña de gato y sangre de drago para aliviar al instante los malestares del cuerpo.





Lo que nunca falta en su carrito son las largas hojas de sábila, anchas y frescas. A punta de cuchillo abre cada una de esta para extraerles el gel, raspa el cristal hasta sacar todo lo que se puede y luego coloca la esencia en el vaso, comienza a “mezclarla” para que no quede espeso y se enfríe un poco, entonces sí, la infusión calentita está lista para ser consumida. Estos vendedores son algo herméticos con la receta de sus bebedizos y no comentan mucho sus conocimientos ancestrales.




Reconoce que no a toda la gente le gusta sentir la consistencia de la sábila y la linaza al pasar por la garganta y por eso intenta hacer su preparación lo menos desagradable.


El costo de cada vaso del bebedizo es de apenas 0.50 centavos de dolar, pero lo mejor es que si usted se quedó con ganas le pone medio vaso adicional de ñapa, todo con tal de tener satisfechos a sus clientes.


“Con nueve días de tomar estas aguas su digestión mejora considerablemente”, comenta Rogelio. Eso sí, si se decide a tomarla, procure tener un baño cerca, pues esta infusión es altamente diurética.


© Hernán A Núñez

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