Sentado en el muelle de la bahía
sólo, percibo el vaivén de las olas
ni el vuelo de las aves distraería
el desdén que mi corazón controla.
Tu amor se fue disipando en lontananza
desde hace tiempo, y yo no lo presentía
con los errores fuiste perdiendo confianza
y tu amor a mi espíritu no correspondía.
Te aferrabas a una indigente quimera
que cauterizaba muy dentro de tu alma
me sentía como una apagada hoguera
cuyas cenizas teñían toda mi calma.
Jamás supe que hacer o como remediar
esa tensión que nuestra relación tenía
tarde la cuerda cedió, debía reventar...
nunca supiste lo mucho que te quería!
Quizás me viste como tabla de salvación
esperando grandes cosas de un hombre,
que sólo soy un ser creado en
tu ficción
y ya ni tengo sueños que me asombren.
El atardecer se acerca muy rápidamente
las sombras comienzan a cubrir mi visión
el dolor hace que mi melancolía aumente
queda muy poco de mi desolado corazón.
© Hernán Antonio Núñez