Una
vez una gato jugueteaba por una vía para trenes, y estaba muy contento, saltaba
de un riel al otro, distraído, tanto que no vio que un tren aproximándose a
gran velocidad! Cuando se percató del mismo ya era demasiado tarde: ¡el tren le
había cortado un pedazo de rabo!!!
El
pobre gato miró para atrás y maullaba de dolor: -¡Mi rabo! dónde está mi rabo?
me falta un pedazo-, miró hacia las rieles, sin fijarse que los otros vagones
del tren seguían pasando por la vía; ahí
estaba su colita, y pensó -¡Nooo! ¿Cómo voy a dejar mi pedazo de rabo botado? ¡No
puedo dejarlo ahí, ahora mismo voy y lo agarro!-
Dicho
y hecho…, el pequeño felino, atribulado por la pérdida, y sin medir los riesgos,
se volteó a recoger su pedazo de rabo y al meter la cabeza hacia los rieles,
sin percatarse que justo en ese instante venía pasando el último vagón y ¡ZAS! …las
ruedas del tren le mocharon la cabeza!!!
Moraleja:
“Jamás pierdas la cabeza por un pedazo
de rabo”…
Autor desconocido, adaptado por mi...
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