Camina hacia
ningún sitio, con sus zapatillas robadas
tapadera
externa de la suciedad que se acumula
entre los pies
derrotados que la suciedad disimula
le da lo mismo
el camino, la ciudad le importa nada.
Tras los
parpados aparentemente siempre cerrados
ningún afán,
ninguna ansia, ninguna duda
pasea con la
cerrada ansiedad de una mula
reviviendo
cada día, momentos ya pasados.
Cada arruga del
rostro, profusamente arrugado
es una novela,
inacabadamente incompleta
apenas un
disfraz de disimulada silueta
y entre arruga
y arruga un pecado olvidado.
No hay metas
para el vagabundo, ya no hay metas
solo paisajes,
repetidamente andados
y su deambular
por desérticas callejuelas
parecen
negarle el descanso, a su cuerpo cansado.
Autor: Matías
Moguel Carrizosa
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