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jueves, 20 de marzo de 2014

Una lágrima




Una lágrima es eso que humedece los ojos de la gente y que nos empeñamos en ocultarlo al mundo. Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, para demostrar fortaleza y se queda atorada en la garganta, apretada en el corazón, comprimiéndolo todo.


Es tan profunda que no sabemos con certeza de dónde nace, ni si podrá morir alguna vez. A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda el corazón. Una lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una interrogante.


Una lágrima puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación, que hace estrechar una mano. Una lágrima puede ser el sueño desvanecido que rozó nuestros párpados o el amor perdido que aun está dulce, húmedo.


Una lágrima es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro; cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lagrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad la lágrima une, estrecha, funde.



La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas y las malas yerbas que van creciendo en nuestro interior y van impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse. La luz de una lágrima puede iluminar el lado oscuro de nuestro corazón.


¡La lágrima descubre, el que ignora los motivos por los que las derraman, no te conoce!… Una lágrima dice mucho de una persona, sea ésta real o fingida. ¡Dichosos los que saben llorar!


Hay múltiples momentos en la vida que nos provoca llorar. Si acaso alguna vez tienes esos deseos: Llámame... No te voy a cuestionar ni te lo voy a impedir, pero te aseguro, que voy a prestarte mis lágrimas para llorar contigo.




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