Es tan
profunda que no sabemos con certeza de dónde nace, ni si podrá morir alguna
vez. A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda el
corazón. Una lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una
interrogante.
Una
lágrima puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la
rectificación, que hace estrechar una mano. Una lágrima puede ser el sueño
desvanecido que rozó nuestros párpados o el amor perdido que aun está dulce,
húmedo.
Una
lágrima es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro; cuando tenemos
que pagar nuestra cuota de dolor, la lagrima ayuda. Cuando la derramamos en el
corazón querido, o en la intimidad de la amistad la lágrima une, estrecha,
funde.
La
lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas y las malas
yerbas que van creciendo en nuestro interior y van impidiendo acercarse,
abrazarse, comprenderse. La luz de una lágrima puede iluminar el lado oscuro de nuestro corazón.
¡La
lágrima descubre, el que ignora los motivos por los que las derraman, no te
conoce!… Una lágrima dice mucho de una persona, sea ésta real o fingida. ¡Dichosos
los que saben llorar!
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