Rio Caparo, Foto de Venezuela Tuya |
Les compartimos en el día de hoy las palabras,
fotografías y voz de alerta de Diana Liz Duque, estudiosa, defensora y
enamorada de Caparo y su ecosistema:
“Se muere el Río Caparo y la vida
animal y vegetal que tenía, aparte de la deforestación que ha estado sufriendo
en sus bosques de galería, lleva más de 3 meses represado alterando su flujo
natural en la época de lluvias, la época más importante para muchas especies,
por los problemas del proyecto hidroeléctrico Uribante - Caparo, donde según lo
poco que pude investigar tienen dos motores que no funcionan. ¿Quién medirá el
gran impacto y daño ecológico irreversible que está causando mantener este río
así? la gente local haciendo su agosto con la pesca ignorando que luego no
tendrán nada que pescar, como se ve en la foto ahora hay vacas en el río y no
conozco mas detalles porque esto no sale en las noticias y a nadie le importa”.
Estas palabras que traducen dolor e impotencia
deben llegar a cada venezolano, deben compartirse hasta que lleguen a las
personas que tienen en sus manos la posibilidad de detener estos ecocidios que
poco a poco están destruyendo la naturaleza de nuestro hermoso y privilegiado
suelo natal.
Equilibrio, balance, son palabras que deberían
tenerse como línea principal en cada obra que implique intervención del medio
ambiente natural. Las represas por sí mismas, aunque necesarias para
garantizar agua a las poblaciones o generar electricidad a las mismas, siempre
implican alteraciones importantes del medio ambiente que un buen estudio
previo puede minimizar.
En la situación que expone Diana, se torna más
grave la intervención humana en un curso de agua de importancia para el país.
En efecto, estamos en invierno, época importantísima donde muchas especies de
peces desovan y grandes cantidades de alevines esperan iniciar su periplo
en los grandes cursos de agua. En este caso se juntan para mayor desgracia del
ecosistema, la inoperancia de equipos y hombres responsables de su
funcionamiento, con la ignorancia de hombres que aprovechan los cardúmenes de peces
"represados" para su propio beneficio sin tomar en cuenta aquel
viejo dicho "pan de hoy , hambre para mañana".
Cuando hablamos de hombres inescrupulosos que usan
los recursos naturales para su propio beneficio, recordamos nuestras selvas
naturales prácticamente desaparecidas, como lo son la extinta
montaña de San Camilo, la selva de Turén y la selva de Caparo, entre otros
muchos casos de tala indiscriminada.
En el caso de Caparo, como ya hemos reseñado en
entradas anteriores, pareciera que ha habido esmero en hacer todo para su
destrucción, quedando apenas unas pocas hectáreas (7.900) aún bajo la
protección de la Estación Experimental de la Universidad de Los Andes, pero
continuamente amenazadas a correr la misma suerte que el resto de esa antigua
bendición natural que se unía con San Camilo y Ticoporo, que contaba con un
millón de hectáreas y que ahora puede tener unas doce mil. La tala y las
invasiones han ido minando ese tesoro que tenía el estado Barinas, y
ahora se une al desastre ecológico la interrupción del cauce del
río Caparo.
Talar los bosques de galería es uno de los
mayores crímenes que pueden realizarse contra los cursos de agua, es
simplemente un atentado a la vida no solamente animal y vegetal, sino humana.
Cuando la conciencia ecológica no está arraigada en
el pueblo, resulta sumamente cuesta arriba sensibilizarlo. Nos quedan nuestros
niños y jóvenes. Que cada hogar, cada amigo, cada vecino que valore en su justa
medida la necesidad de proteger el ambiente, ponga su grano de arena en su área
de influencia. Es lo que debemos hacer sin más demoras para tratar de alcanzar algún
día esa conciencia tan vital para la conservación de la vida.
Fuente: Vivencias llaneros del abuelo
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