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miércoles, 17 de julio de 2013

Las piedrecitas azules


Había una vez, dos piedrecitas que vivían en el lecho de un torrente, en medio de otras piedrecillas. Se distinguían entre todas por su color azul intenso y brillante. Cuando les pegaba los rayos del sol, brillaban como dos pedacitos de cielo caídos al agua. Ellas conversaban en lo que serían cuando alguien las descubriera: -Acabaremos en la corona de una reina- se decían.

Un día, por fin, fueron recogidas por una persona. Varios días estuvieron sofocándose entre diversas cajas, hasta que alguien las agarró y oprimió contra una pared, al igual que otras, introduciéndolas en un lecho de cemento húmedo. Lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero dos golpes de martillo las hundieron aun más en aquel cemento.

A partir de aquel entonces solo pensaban en huir. Entablaron amistad con un hilo de agua que de vez en cuando corría por encima de ellas y le decían: -"Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de esta infame pared"-. Así lo hizo el hilo de agua y al cabo de unos meses las piedrecitas ya se habían aflojado y bailaban un poco en su lecho.

Finalmente, en una noche húmeda, las dos piedrecitas cayeron al suelo y yaciendo por tierra echaron una mirada a lo que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de oro y de colores formaban la figura de Cristo.

Pero en el rostro del Señor había algo raro, estaba ciego. Sus ojos carecían del iris. Las dos piedrecitas comprendieron… ellas eran las pupilas de los ojos de Cristo! Por la mañana un sacristán distraído tropezó con algo extraño en el suelo. En la penumbra pasó la escoba y las echó al cesto de la basura.

Cristo tiene un plan maravilloso para cada uno y, muchas veces, no lo entendemos, en oportunidades por querer hacer nuestra propia voluntad malogramos lo que Él nos había trazado. Tú también puedes llegar a ser como las pupilas de Cristo. Él te necesita para que, a través de ti, puedas ver la necesidad en tu hermano y poder llevar amor a cada persona que se acerque a tu vida.

Tú también has de ser encontrado y llegarás a ser parte del Cuerpo de Cristo al formar parte de su Iglesia y continuar sus enseñanzas.

También vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, adeptos a Dios por mediación de Jesucristo. 1a Pedro 2,5.

Entonces Él (Jesús) se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, hágase el último de todos, y el servidor de todos. Marcos 9:35.






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