El
niño Moisés le pregunta a su abuelo Hernán: -¿Abuelo, estás escribiendo una
historia que nos sucede a los dos? ¿O es una historia sobre mí, por casualidad?-
El
abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto: “Estoy escribiendo sobre
ti, es verdad. Sin embargo, en este momento es más importante el lápiz que estoy usando, que las palabras que pueda escribir. Sabes, me gustaría que tú tengas las cualidades de este lápiz cuando
crezcas”.
Moisés
miró el lápiz intrigado, y no vio nada especial en él, y le preguntó: -¿Qué
tiene de especial ese lápiz, abue?- como solía llamarlo a veces.
El hombre le respondió: “Todo depende del modo en que mires las cosas hijo…. En este lápiz hay cinco cualidades, que si tú consigues mantenerlas, harán de ti siempre una persona en paz contigo mismo y con el mundo”.
-A
ver abuelo, y ¿cuáles son esas cualidades tan buenas?-
“1.- Con un lápiz se pueden dibujar maravillas, escribir bellos poemas, recrear grandes historias, crear hermosos relatos, pero él por si mismo no hace nada, necesita una mano que lo maneje. Asimismo, tú puedes hacer grandes cosas, pero no olvides jamás que existe una mano que guía
tus pasos. Esa mano, debe ser siempre la mano de Dios y nunca te conducirá en la
dirección equivocada.
2.-
De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas.
Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo
tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor
persona.
3.-
El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que escribimos mal.
Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente malo, sino algo
importante enmendarnos y para mantenernos en el camino de la justicia y la equidad.
4.-
Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera, ni sus colores, ni siquiera su forma
exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que
sucede en tu interior.
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