En una granja cerca de una ciudad
cualquiera, vivía un gallo muy ostentoso pero que sufría mucho (no se sabe si por tener los pies
muy fríos o por otra razón) y necesitaba calzarse para poder ejercer sus
funciones de despertador y atender su negocio con las gallinas del corral.
Además por esta época cercana a la Navidad había mucha lluvia y grandes
barriales.
Lodazales con no solo barro sino también
lleno de desperdicios naturales y no naturales, por lo que decidió apartarse un
poco del dinero que ganaba de su trabajo matutino y… a sus labores salió, pero
un pavo errante al oído le cantó.
Tratando de ser elegante, mucho
busco por toda la finca unas botas que combinara con su color rojizo
amarillento, más no las encontró, así que no tuvo opción que seleccionar unas
botas azul eléctrico que se consiguió debajo de una caja, pensando también así
que el dueño de la granja no lo patearía al despertarlo.
-No creo que el señor granjero pateara
a su mejor gallo porque después que el pavo le cantó, fue a buscar otras botas
que con su color combinara, pero no las encontró- dijo el cochino que lo vio, -pero lo que nadie ha dicho aquí en la granja, es que en la tienda que visitó a la vendedora
cautivó-
Y no
solo cautivo a la vendedora, sino que con sus atractivas botas azul eléctrico
ninguna gallinita ni pollita del corral se resistía a los piropos y galanteos
de este orgulloso gallo con botas, que no solo le daban calor a sus patas...
Los otros gallos observaban con
cierta inquietud al Gallo con botas y comentaban entre ellos: -¿por qué no
mostrará sus espuelas? ¿qué esconderá debajo de esas extrañas botas?- Las gallinas cacareaban en secreto: -¿Cómo se sentirá con esas dos bo...tas?-
-Hay gatos con bo-tas, dijo una
vieja guacharaca,- pero por lo visto dado los cambios climatológicos ahora
aparece este gallo con bo-tas, que debe ser un pícaro de primera de esos que
llaman mujeriegos, pero aquí (en el corral) serán gallineros.
Así era realmente el gallo con
botas, un pícaro... lo creían algo especial, solo por querer ocultar algo de lo
que quizás él se avergonzaba... mientras en el corral, no había gallina, vaca,
cerdo, pavo e incluso hasta el perro guardián, que voltearan sorprendidos al
verlo como se tongoneaba torpemente al tratar de caminar.
Y fue tanta la fama de este gallo
con botas azules que sus compañeros de granja decidieron nombrarlo jefe civil
del rancho ya que con solo verlo caminar con esas botas azules ejercía
autoridad y cualquier depredador que quisiera entrar al ver al gallo huiría, no
se sabe si por miedo a esa patotas o a su autoridad, entonces fue así como
todos en la granja comenzaron a respetarlo.
Lo que no sabían los animales y
gente que veían al gallo, es que éste solo sentía miedo de usar esas botas,
porque le daban cierta autoridad y él no había aprendido más que rondar y
alborotar al gallinero… porque en su vida jamás había trabajado.
Sin embargo ante la creciente
admiración, no le quedó más remedio que realizar su labor como era debido, no
solo de las gallinas, los pollitos que veían su ejemplo, hasta los patos del
corral que conocían sus atributos, las pavas, las perdices, las guacharacas,
los cochinos, las vacas y ovejas.
Hasta el toro y el caballo
comentaban como había mejorado la disciplina en el corral y como las aves
estaban contentas, hasta las palomas revoloteaban satisfechas con su función y
el gavilán (no se sabe por qué razón) no se apareció más por todo eso.
Acercándose al final de esta
historia, nuestro gallo, con plumas coloradas, blancas y negras, quiso
demostrar que siempre fue un gallo trabajador y para muestra dejó este montón
de pollitos de todos los colores y sabores.
Y fue de tanto trabajar en la prole
que por uso y abuso le salieron sendos espolones, tan pero tan feos que por eso
es que usa botas y dicen por allí que el que se burle del pobre gallo le
saldrán juanetes azules… y colorin colorao, con una pequeña ayuda de mis amigos,
este cuento se ha terminao.
Autores: María Eugenia Quintero, Ana Blanco, Andrés Adolfo Rodríguez Torrealba, Armando José Vivas, Carmen Ordaz de Goyo, Mercedes Acosta Guevara, Emerita Mercado, Yasmín Oropeza, Norma Oriez, Carmen Tua Carrera, Lina Mercedes Torrealba Moreno y un servidor, Hernán Antonio Núñez
MUY BUENA ESTA COMPILACION DE APORTES PARA LA ESTRUCTURACIÓN DE UNA TÍPICA ESTAMPA DE NUESTROS CAMPOS. LA VIDA DEL GALLO ES DURA, PERO LA RECOMPENSA ES GRANDE. GRACIAS HERNÁN POR HACER REALIDAD ESTA HISTORIA. Andrés
ResponderBorrarGracias a Ustedes, hermano!
Borrarmuy buen cuento besos Hernán gracias por tu creatividad Gaby
ResponderBorrarGracias a todos ustedes, que lo hicieron posible!
ResponderBorrarQuizá haya sido un logro muy modesto, pero que bien se siente al haberlo hecho mancomunadamente, de nuevo gracias a todos!
ResponderBorrarRevisa la redacción está un poco confusa en algunos párrafos.
ResponderBorrarEs así Diego, cada párrafo es de un autor distinto, gracias por la observación!
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