Introducción
Dos de mis nietos adolescentes: Hernán Aníbal y Joseph Daniel |
Hoy es el Día Mundial del Adolescente y es inevitable hablar de temas
que, al fin y al cabo, tienen algo de razón. Sin embargo hay que adecuarse a los
tiempos y al cambio de mentalidad. No es lo mismo ser un muchacho de ahora, que
los que lo fueron en los 80’s o más atrás en el tiempo, en los años 60, pero sí
que creo que, en general, cualidades como la incomprensión, rebeldía, soledad,
novedad, impulsividad, angustia y hasta temor continúan ligadas a la adolescencia,
independientemente de la época que nos haya tocado vivir.
En atención a esta parte de la sociedad tan incomprendida, quiero
compartir con ustedes este resumido ensayo, que realicé como parte de una
asignación escogida por mí, durante un Diplomado en Familia que realicé hace ya
algunos años; espero que el mismo nos ayude a ser un poco más comprensivos con estos
muchachos que hoy más que nunca necesitan de la guía de nosotros, los adultos y
de quienes los menos jóvenes (como yo), también podemos aprender mucho.
La adolescencia
Tanto los adolescentes como sus familias pueden percibir los años que
comprende la adolescencia como una época tormentosa y emocionalmente agresiva,
plagada de frecuentes enfrentamientos entre unos y otros. No obstante, estudios
recientes han puesto de manifiesto que a la mayoría de los adolescentes
realmente les gustan sus padres y que creen que se llevan bien con ellos.
Joseph Daniel |
Entonces, ¿por qué consideramos la adolescencia como una época difícil?
Lo cierto es que en la adolescencia se produce un rápido desarrollo físico así
como profundos cambios emocionales que, aunque pueden ser excitantes, sin
embargo pueden resultar incómodos y confusos, tanto para el adolescente como
para sus padres.
Daira Danilka |
La adolescencia es la época de la vida donde se manifiesta con mayor
intensidad los mayores cambios fisiológicos y psicológicos del hombre o la
mujer. Según los investigadores esta etapa marca el fin de la infancia y el
comienzo de la adultez. Estos cambios tan radicales tienen lugar entre los 12 -
16 años (los varones) y 11 - 15 (hembras) aproximadamente. Aun cuando hay
quienes piensan que el contexto cultural tiene mucho que ver.
Pensamiento este último del cual difiero, porque en cualquier sociedad
(moderna, tribal, aborigen, etc.) dichos cambios tienen lugar en todos sus
individuos, excepto alguna patología marcada que solo se da en muy pocos casos y no
representa a la mayoría.
Mi hija Héylet y mi pequeño nieto Ibrahim |
Es conveniente saber que el niño (infante) depende afectivamente de los padres (en nuestra sociedad matricentrada lo hace marcadamente de la madre), pero también porque no está lo suficientemente desarrollado como para realizar todas sus tareas físicas sin ayuda.
Hernán Aníbal |
En la adolescencia las variaciones somáticas son casi como una
metamorfosis animal, las diferencias que se suceden son abismales, las hormonas
endocrinas saben que ha llegado la hora y generan un crecimiento de forma
desmesurada y asincrónica de todos los órganos y por ende de los músculos y los
huesos. El tamaño y el peso aumentan considerablemente. Se tiene un gran poder
físico y sexualmente el individuo está en capacidad de ser reproductivo. Los
caracteres del sexo se definen físicamente.
Rebeca y Hernán |
La morfología muestra en la mujer el crecimiento de los senos, la
estrechez de su cintura, además sus formas se vuelven sinuosas, armónicas,
agradables a la vista del sexo opuesto. En el hombre se robustece la espalda,
pecho y piernas, se marcan los músculos, le crece el pelo en los bigotes, barba,
pecho y en el pubis y las axilas (igual a la mujer), la manzana de adán se hace
más prominente y su voz se torna más grave. Su órgano sexual alcanza su
desarrollo total.
Me imagino que es como si me hubieran regalado un carro nuevo, potente, pero que no se manejar y que debo aprender a manejar (tratando en lo posible de no chocar) aun cuando nadie me enseña a hacerlo de manera efectiva, solo conociendo algunas teorías que quizá a mí no me funcionan.
Hernán, Rebeca y Joseph |
Al menos se tiene independencia física, pero por lo inesperado de su aparición también se adquiere un enorme grado de inseguridad, esa sensación ambigua le produce angustia y estrés por el devenir. Hay un desorden psicológico producido por la ansiedad.
Luz Marina |
Joseph y Jonathan |
Es en esta fase que tendrá su mayor desarrollo intelectual y adquiere una
capacidad reflexiva de la que carecía cuando niño, que le permitirá generalizar
y abstraer. También se hace crítico, a veces de forma tan marcada que objeta la
opinión ajena sin razón aparente.
Por esa misma independencia que aflora, su afectividad cambia y los
cariños de la madre o el padre lo turban y traslada su afectividad a personas
iguales a él (grupo o pandilla) ya que tienen muchas más cosas en común. Este
es el gran peligro, si el grupo con que
se reúne tiene malas costumbres o consumen drogas, pues el nuevo integrante prácticamente
se verá obligado a seguir sus ejemplos.
Lo que si hace la sociedad es alargar los extremos de este período de la
adolescencia: por un lado la economía de mercado a través de la publicidad y la
programación que transmiten todos los medios de comunicación, que incitan a los
niños a transformarse en jóvenes antes de quemar todas sus etapas para poder
“estar a la moda”.
Por otro lado, los propios educadores tienen el paradigma que a los 16
años todavía están formando a un niño y no lo educan con una metodología
adecuada, en forma mayéutica, corresponsable, como a un verdadero adulto, aun
cuando tengan todas las herramientas para asumir su adultez.
Además la propia sociedad está estructurada para que el joven obtenga su
libertad económica, legal y social después de los 22-24 años. Su opinión es
desdeñada en todos los ambientes donde se desarrolla. Esto es una
característica de sociedades subdesarrolladas.
Esta perpetuación de la juventud puede poner en peligro el sistema que
reine en la sociedad, debido a las nuevas generaciones (que piensan por sí
mismas) están en desacuerdo con el relegamiento a que se ven sometidas por la
sociedad y pueden insurgir contra el orden establecido.
Es conveniente que todos aquellos que en alguna medida seamos conductores
de la sociedad, sobre todo los padres, educadores y formadores de jóvenes, que
tengamos presente el tratar a nuestros adolescentes con respeto y atentos a su
llamado, para que en conjunto construyamos una sociedad que englobe todas las
opiniones y pueda ser más justa, equitativa y por ende más democrática.
© Hernán Antonio Núñez