Antes de que se acostumbren a la Navidad que se avecina, quiero contarles brevemente qué es lo que ocurre en esta época. Muchos de ustedes han nacido en una familia cristiana y por eso es importante que conozcan el gran acontecimiento que en estas festividades celebramos.
No me gustaría que las luces, las compras, el stress y la agitación decembrina
ensombrecieran el verdadero mensaje de la Natividad del Señor.
Hace más de dos mil años
Dios decidió hacerse hombre y venir a la tierra para que los seres humanos nos
enteráramos de una vez por todas que Él nos quiere muchísimo, que tiene para
cada uno de nosotros un sueño de felicidad y plenitud y que no podemos vivir
una vida insignificante o mediocre.
Ya antes nos lo dijo por intermedio
de distintos profetas, pero con el transcurrir del tiempo sólo quedaron algunos
mensajes escritos que no le hacían muy buena publicidad, así que decidió tomar forma
de hombre, naciendo y viviendo como Él
cree que debe hacerlo una persona cualquiera.
Familia de Nazaret |
Nos dijo que el amor que
nos tiene su Padre es parecido al que nos tiene nuestros propios padres sólo que Él nos ama más profundamente.
Nos enseñó que hasta que todos no nos tratemos como hermanos sentiremos
tristeza en el alma; que podemos recurrir a Dios siempre que estemos cansados y
agobiados porque Él nos aliviará.
Nos recomendó también que
perdonar una y mil veces es lo mejor, que aunque sea difícil alcanzarlo, cuando
lo logremos nos liberaremos de las ataduras del rencor y de la rabia y allanará
nuestro espíritu; que no podemos juzgar a nadie, pues todos tenemos nuestros propios
pecados que llevamos ocultos y que su Padre es el único juez.
Jesús, el hijo de Dios,
nos explicó por qué todos los pobres son los preferidos de su Padre y cómo Él
cambia los valores volviendo humildes a los que proveen y ricos a los que no tienen
nada, que le disgustan mucho las personas que por tener poder o dinero se
aprovechan de los demás.
También nos recomendó
sacar el niño que todos llevamos dentro, siendo sencillos, espontáneos,
alegres, auténticos y vivir el momento presente con alegría, en vez de andar
siempre ocupados en el porvenir o nostálgicos por el ayer.
Con su vida nos demostró
Jesús, que el que no vive para servir no sirve para vivir y que no hay que
llamar a nadie padre más que a Dios, que es quien nos ama más que nadie y nos
impulsa a la plenitud, a ser algo único y fantástico.
Los pocos años que pasó Él
en este mundo anduvo sanando a la gente, con su carisma, su amistad, su cariño,
con su aceptación incondicional. Se reunía con chicas de mal vivir, con
adinerados, con personas con mucha preocupación o de las que van perdiendo la
vida en banalidades, porque, -decía-, que necesitaban más de Él.
Nos dejó muy claro que el
que amasa mucho su riqueza, no tendrá tiempo para disfrutar de Dios y vivirá
peor que lo que haya vivido el más infame de los miserables en esta tierra,
pero que no debemos temer porque Él llegó para cambiar eso.
Uno de los secretos
importantes que nos contó Jesús, para vivir contentos, en vez de andar por la
vida tristes como huérfanos, es tener momentos para adentrarnos en nuestro
corazón y escuchar a Dios. Así se vive la vida en compañía, que es mucho más bonita
y además, en el silencio, Él te susurra desde tu pecho los grandes sueños que
tiene para ti y para las personas que te va poniendo al lado.
Jesús rezaba mucho, sin
importar que tuviera una vida muy ajetreada, pero debía de ser por eso, por lo
que le daba tiempo para todo... En los ratos de comunicación con Dios, El nos
serena, nos descansa, y nos lanza con atención despierta y amorosa a estar
donde Él quiere, a entrar y salir del todo en cada situación.
Y esto es lo que
recordamos en Navidad, queridos amigos. Así queremos vivir todo esto que nos
enseñó este Niño que nació en Belén para invitarnos al goce prometido. Por eso
llenamos de luces, regalos, adornos y armonía en estas fechas, porque queremos
hacer del mundo una gran familia donde cada ser humano viva bien.
Ustedes, cuando vean que, a nosotros los mayores, se nos olvida lo principal, nos lo recuerdan enseguida, que seguro es que andamos un poco distraídos.
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