Hoy cerramos
un volumen más del libro de nuestra vida. Cuando comenzamos este libro era todo
nuestro, nos lo puso Dios en las manos,
podíamos hacer con él lo que quisiéramos: un poema, una pesadilla, una
blasfemia, un sistema, una oración...
¡Podíamos!... Pero
hoy ya no podemos; ahora no es de nosotros, ya lo hemos escrito, justo ahora es
del Creador. Nos lo va a leer Dios el
mismo día en que dejemos este mundo, con todos los detalles. Ya no podemos
corregirlo. Ha pasado al dominio de la eternidad, ¡excepto lo que queda del
día!
Pensemos unos
momentos en esta última noche del año. Tomemos ese libro y veámoslo con
detenimiento, dejemos que sus páginas se hojeen por nuestras manos y nuestra
conciencia. Tengamos el gusto de vernos internamente. Leámoslo todo. Repitamos
aquellas páginas en las que pusimos nuestro mejor estilo y dedicación.
No olvidemos
que cada quien es su mejor maestro. Leamos también aquellas páginas que nunca
quisimos haber escrito. ¡No!..., no intentemos arrancarlas, es inútil. Tengamos
el valor para leerlas, son nuestras. No
podemos quitarlas, pero si anularlas cuando escribamos las siguientes páginas
de nuestro libro. Si lo hacemos bien, Dios pasará éstas de corrida cuando lo
lea el último día.
Leamos nuestro
libro viejo la última noche del año. Hay en él trozos de nosotros mismos; es un
drama apasionado en el que el primer personaje somos cada uno de nosotros. Nosotros
individualmente en escena con Dios, con nuestra familia, con nuestros
semejantes, con el trabajo, con la sociedad.
Lo hemos
escrito con el instrumento asombroso de nuestra libertad de pensamiento sobre
la superficie inmensa y movediza del mundo. Es un libro misterioso, que en su
mayor parte, la más interesante, no puede leerlo más nadie que Dios y cada quien
que lo escribe, de manera individual. Si nos provoca besarlo, hagámoslo; si nos
provoca llorar, hagámoslo fuerte sobre ese viejo libro en esta última noche del
año.
Pero, sobre todo,
oremos sobre ese libro viejo. Agarrémoslo en las manos, levantémoslo hacia el cielo y digámosle
al Creador sólo dos palabras: ¡Gracias! ¡Perdón! Después démoselos a Cristo. No importa como esté, aunque tenga
páginas negras, Él sabe perdonar.
Esta noche Dios
nos ha de dar otro libro completamente blanco y nuevo. ¡Ese si es nuestro! Vamos
a poder escribir en el lo que queramos, ahí si tendremos chance de hacer las
cosas de mejor manera…
Permitamos que Dios sea nuestro guía...
Pongamos el
nombre del Todopoderoso en la primera página. Después pidámosle que no nos deje
escribirlo solos. Digámosle que nos lleve siempre de la mano... y del corazón. Pidámosle
que nos enseñe a escribir firme y derecho, que aun con borrones, nos ayude a
seguir adelante, siendo consciente de nuestros errores.
Expresémosle
que nos ayude a pensar, que es más importante escribir poco y bien, que llenar
páginas con cosas falsas o sin significado. Indiquémosle que nos enseñe a dejar
cierto margen para la fe y la libertad, la esperanza y los sueños en cada una
de las hojas diarias.
Pidámosle
encarecidamente que cuando no tengamos ideas nos dicte en voz fuerte desde los
cielos, para poder anotar bien. Pidámosle, sobre todo, mucha humildad,
solidaridad y paciencia, recordando que Dios, de vez en cuando, escribe derecho
en líneas torcidos, pero si Él logra entender el mensaje y se siente conforme,
estará el trabajo hecho…
¡Feliz año
Nuevo de una manera especial a ti que me lees, y que el año que está por llegar te depare gratas
sorpresas, son mis deseos y especialmente los deseos del Niño Dios!
Comenzar
un año representa una oportunidad única para hacer los cambios necesarios que
nos permitan mejorar nuestra condición de vida. Es el mejor momento para asumir
el compromiso de vencer viejos hábitos negativos y cambiarlos por positivos,
con la posibilidad de renovar nuestro cuerpo, la mente y el espíritu, cambiando
así nuestro estilo de vida.
Muchos
dirán (y están en lo cierto), es muy fácil poder decirlo, y en mi caso escribirlo,
pero no es tan sencillo realizarlo; así es, ¡estoy totalmente de acuerdo! Por eso lo
escribo para siempre recordar lo que debo hacer, porque esta reflexión va dirigida principalmente… ¡a mí mismo! La transformación es un proceso que debe iniciarse
desde adentro hacia fuera, y la autovaloración es determinante para lograrla
con éxito.
Año
tras año hacemos una lista enorme de propósitos que no llegamos a cumplir,
porque nos falta la voluntad, quizá la compañía de alguien que nos acompañe a
cumplir con ellos o porque no estamos lo suficientemente convencidos de que
valga la pena comprometernos a trabajar con tesón, pasión y la constancia para
conseguirlos.
Tenemos
que encontrar un sentido nuevo y positivo a nuestra vida, para alcanzar la
sensación de plenitud aun cuando tengamos metas y propósitos por lograr
todavía. Es importante que nos tomemos el tiempo necesario para reflexionar al
respecto, hasta que podamos definir que es lo que deseamos hacer y como
queremos vivir cada día.
Atrevámonos
a mirar en nuestro interior, dejémonos de evadir, asumiendo más compromisos y
responsabilidades de las que podemos cumplir o manejar, preguntémonos qué es lo
que realmente queremos hacer. ¿A dónde pretendemos llegar? ¿Cuál es el lugar
que ambicionamos ocupar en el mundo? Y dispongámonos a respondernos sin pérdida
de tiempo, con valor, confianza y honestidad... Sólo así, la vida comenzará a
ser una experiencia positiva y diferente.
La
felicidad es posible y depende de nuestra capacidad de percibir y valorar todo
lo auténtico que hay en nuestra vida. Somos felices a partir del momento en que
nos sentimos a gusto con quienes somos, con las personas que compartimos la
vida, con las cosas que tenemos y con la tarea que realizamos cada día.
Identifiquemos
nuestros propósitos en la vida y al despertar cada mañana, indaguemos que
podemos hacer durante el día para convertirlo en realidad y luego dirijamos toda
la atención en esa meta, afrontando todos los problemas que seguramente se
presentarán sin dejar de tener presente nuestro objetivo. El deseo interno y
poderoso de ser felices y exitosos, siempre nos impulsará a buscar las
herramientas que nos permitan superar las dificultades y a mejorar nuestro
estilo de vida.
Decálogo para transformar tu vida
1.Hacerte responsable de ti
mismo. Supera cualquier sentimiento de víctima
que puedas tener, recuerda que solo somos víctimas de nosotros mismos, cuando
les permitimos a otros que nos afecten con sus comentarios o actitudes. ¡Decide
ser feliz! Y comienza por tener el valor para establecer límites. Pregúntate:
hasta dónde y hasta cuándo. Deja de quejarte y lamentarte... Piensa que eres
perfectamente capaz de crear la vida que quieres. ¡Deja de esperar y comienza a
actuar!
2.Vivir en el presente.
La mejor manera de tener una vida plena es viviendo momento a momento. Deja de
sufrir por el aspecto negativo de tu pasado y evita preocuparte por la
incertidumbre del futuro, vive en presente con el compromiso de realizar tu
mejor esfuerzo dirigido a construir un futuro maravilloso. La mejor parte de tu
vida está ocurriendo ahora, busca siempre el sentido positivo y el aprendizaje
oculto en cada situación. ¡Respira profundo y toma conciencia de que estás
vivo, aquí y ahora!
3.Tener una actitud
positiva. Desarrolla el hábito de buscar siempre
lo positivo dentro de cada situación, aun cuando te parezca negativa
inicialmente. La habilidad de ver las situaciones, personas o recuerdos desde una
perspectiva más positiva nos permite salir del pesimismo y de la pasividad con
la que asumimos la vida. Tener ideas y pensamientos más positivos, te permitirá
convertirte en tu mejor aliado al momento de tomar las oportunidades que te
ofrezca la vida. Sonríe y evita ser negativo en tus comentarios, actitudes y
pensamientos.
4.Crear celebraciones
personales. Es importante aprender a crear nuestros
propios rituales para celebrar nuestras ocasiones o momentos especiales. Así
resaltamos la importancia y el valor que tienen para nosotros. No necesitamos
esperar a que lleguen las fechas para celebrar. Podemos celebrar el hecho de
estar vivos, la presencia de nuestra pareja, el reencuentro con un amigo...
5.Dar gracias.
Cuando reconocemos todos los regalos y las bendiciones que recibimos a diario,
llenamos nuestro espacio interior de gratitud y amor. Mientras más gratitud
experimentes menos resentimiento guardarás en tu corazón. Además, el
sentimiento cálido de la gratitud te irá convirtiendo poco a poco en un ser humano
más generoso.
6.Tener momentos de calidad.
Los acontecimientos especiales siempre se presentan a su debido tiempo, cuando
el corazón está dispuesto y el momento y las condiciones son propicios para el
evento. ¡No permitas que las obligaciones, los pendientes y el exceso de
preocupaciones te impidan disfrutar de pequeños momentos de calidad!! Ahorrar
espacios en tu rutina diaria para conversar con tu pareja, para leerles un
cuento a tus hijos, para meditar, para escuchar a alguien que lo necesita, para
comerte un helado o tomarte un café... pueden darle un sentido renovado a tu
existencia.
7.Compartir en familia.
Muchas veces la rutina familiar se convierte en una experiencia llena de deber,
recriminaciones, exigencias y obligación. ¡Hagamos el compromiso de renovar
nuestro espacio familiar! Fomentemos la comida juntos en algún momento del día,
las conversaciones del alma que son las que nos permiten hablarnos con
confianza, respeto y amor, compartamos recuerdos de nuestra infancia enriquecedores
o divertidos... Todo esto con la intención de fortalecer los lazos que nos
mantendrán siempre unidos a través del cariño.
Buscar
tu mensaje diario. Sal a la vida cada día atento a reconocer los signos o señales,
o los maestros casuales que te hablen de tu situación personal. Recuerda que no
estás solo y que la Divinidad siempre utiliza diversos instrumentos para
hacerte llegar sus mensajes de amor, guía y protección. Encárgate de mantener
tu mente limpia de ideas negativas y tu corazón lleno de confianza y esperanza.
8.Librarte de la culpa.
No importa cuantos errores cometas a diario, lo verdaderamente importante es
que tengas la humildad y la responsabilidad de reconocerlos para hacer cuanto
sea necesario para enmendarlos. Los tropiezos y las caídas nos llevan a crecer y
a madurar. Perdónate, trátate con gentileza y date otra oportunidad. No te
dejes afectar por los comentarios o los juicios que te hagan los demás.
9.Soñar en grande.
Los sueños que atesoramos nos dan la motivación y el impulso necesarios para
vivir a plenitud. Cuando tienes un propósito, tus días adquieren un sentido
renovado, recuperas la pasión y el encanto por la vida. Persevera en tu
compromiso de hacer cuanto sea necesario para cumplir tus sueños, concentra tu
atención en cada paso que das y aprende a disfrutar del proceso que te llevara
a realizarlos.
10.Manifiesta tu amor.
Tenemos familiares y seres a quienes queremos mucho por razones culturales o
falta de entrega y nunca les decimos cuantos los amamos, ¡aunque en nuestros
corazones así lo sintamos! Todos los mandamientos de la religión católica se
pueden resumir en dos:
10.1.Amar
a Dios sobre todas las cosas.
10.2.Amar
al prójimo como a ti mismo.
Si
en nuestro corazón habita ese amor, que no se pelea con las Sagradas Escrituras
(por el contrario), Dios nos invita a ello, ¿porqué no manifestarlo? a viva
voz, con detalles sutiles, con serenatas, con mariachis, con un regalo, con un
poema, decirlo quedo al oído, con nuestro ejemplo de vida, con nuestras obras,
¡como mejor nos parezca!
El
amor es tan grande que inclusive alcanza para nuestros enemigos, o para quienes
no conocemos; porque todos somos hermanos; unos con más virtudes que otros,
pero todos sin excepción somos hijos de Dios, hechos a su imagen y semejanza.
El domingo siguiente a la Navidad nos
lleva a la intimidad de aquella santa familia en donde se desarrolló el Hijo de
Dios hecho hombre; es una fiesta de reciente creación, cuya finalidad es evocar las virtudes domésticas
que reinaban en el hogar de Jesús de Nazaret.
En medio de una fuerte crisis en torno a
la integridad de la familia, Dios nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor
familiar al presentarnos a Jesús, María y José. La Sagrada Familia nos habla de
todo lo que cualquier familia anhela de manera auténtica y profunda, puesto que
desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada
miembro de la familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el
aroma del incienso, para darle gloria.
Por ello, a la luz de la Sagrada
Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño
Jesús. San José es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda,
muchas veces sin comprender el porqué de lo que el Creador le pide, pero teniendo fe
y confianza en Él. "Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le
había ordenado: llevó a María a su casa" (Mt 1, 24-25).
Cuando José se entera que María estaba
embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no quería denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de
Dios se le apareció en sueños y le dijo que había sido engendrado en el vientre
de María por obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Ella dio a luz un hijo, y él le
puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el
nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho. Luego, cuando Herodes tenía
intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José
toma a su familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y
ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en
Nazaret. San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón
paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño
Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas,
el oficio de carpintero.
La Santísima Virgen María desde el mismo momento de la Anunciación es modelo de entrega a Dios. "He aquí
la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la
Anunciación, María responde con un "Sí" rotundo desde una libertad poseída,
poniéndose en las manos de Dios.
En Santa María vemos una continua
vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de
cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.
"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52).
Ella fue vislumbrando lentamente el
misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.
El niño Jesús desde chico demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple
fielmente lo que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre
junto a ellos. María y José fueron sus primeros
educadores. "El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y
la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40).
"¿No sabían que yo debo ocuparme de
los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49). Cuando Jesús se queda en el Templo,
a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está
mal. No es así! Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con
respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y
la Misión divina que le ha sido encomendado.
Murieron por Cristo los niños
inocentes, su gloria será eterna.
Las madres padecieron por un tiempo,
ahora comparten el triunfo.
La
fecha conmemora la historia cristiana de la matanza de niños ordenada por el
Rey Herodes, todos ellos inocentes, buscando de matar al Mesías quien había
sido anunciado por los profetas que iba ser proclamado Rey.
De
acuerdo a un relato del Evangelio, Mateo (2, 13-18), el Rey Herodes mandó matar
a los niños de Belén menores de dos años al sentirse burlado por los magos de
Oriente que habían venido para saludar a un recién nacido de estirpe regia. El
“Día de los Santos Inocentes” es el nombre dado al infanticidio en Belén
mencionado en la Sagrada Escritura.
A
partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños,
muertos como "mártires" en sustitución de Jesús. La devoción hizo el
resto. En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con
coronas y palmas (alusión a su martirio). La tradición oriental los recuerda el
29 de diciembre; la latina, el 28 de diciembre.
La
tradición concibe su muerte como "bautismo de sangre" (Rm 6,3) y
preámbulo al "éxodo cristiano", semejante a la masacre de otros niños
hebreos que hubo en Egipto antes de su salida de la esclavitud a la libertad de
los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).
Actualmente
este día es una fiesta (con descendencia pagano-religiosa) donde se conmemora
en la religión la muerte de los Santos Inocentes y la gente ha aprovechado de
jugarse bromas de todo tipo, en nombre de “la inocencia”; esto ha ido coinvirtiéndose
en tradición.
En
varios países del mundo (incluyendo el nuestro), algunos periódicos invierten
recursos en crear una sobreportada con noticias picantes, jocosas, curiosidades
y eventos sobrenaturales, para este día y hasta ha habido stress colectivo debido
a locutores radiales que han caído en ese juego.
La
celebración del día de los inocentes llegó a América durante el proceso de
conquista y se mezcló con la tradición indígena y africana, dando origen a
fiestas coloridas que mezclaban todas las influencias que convivían en la
época.
A
mí, particularmente, me resulta paradójico que una fecha en la que se recuerda el
sacrificio de muchos niños, sea motivo de alguna celebración que tenga este
carácter bufonesco. Algunos alegan que esto se debe a que conserva elementos de
la pagana “fiesta de los locos”, que se realiza luego de la Navidad y antes de
Año Nuevo desde la Edad Media.
En
nuestro tiempo aun continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados
por el aborto, millones más mueren abandonados al hambre, miles y miles sacrificados en las guerras, otros en la
indigencia, muchos son abandonados por sus propios padres, otros son descuidados por los
gobernantes... y ¿qué hacemos hoy nosotros al respecto?
San Mateo dice que
en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un
griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que
llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer.
31, 15).
Espectro, perro rottweiler
de Nargledys Padrón, Maturín
Siempre me han interesado los animales y
especialmente me gustan mucho los perros, me sorprende la capacidad de cariño y
nobleza de los canes, soy ávido seguidor de las historias de perros que no dudan
hasta en dar hasta su propia vida por los dueños u otras personas y por otros animales, como el ejemplo de Simón, un perro bóxer que se sacrificó por el hijo de su amo.
Con esta historia quiero llamar a reflexión a algunas personas que maltratan a estos nobles animales que son, con el debido adiestramiento, “los mejores
amigos del hombre”. He aquí un pequeño tributo a un gran héroe canino de
nuestra querida Venezuela: Orión.
En la tristemente recordada vaguada del
año 1999, (el desastre más grande que haya tenido Venezuela, la 1ra más
devastadora en América latina y la 4ta peor tragedia en todo el mundo) en la fatídica
noche del miércoles 15 y la mañana del jueves 16 de diciembre, la valentía de un
perro, de raza “Orión”, sobresalió, salvando a 37 personas, entre ellos niños,
adultos y ancianos, en la riada de Vargas.
Era Orión, un perro, raza rottweiler,
mascota de Mauricio Pérez Mercado, quien le enseño técnicas de rescate y
salvamento, en un río aledaño a su casa, sin imaginar siquiera como esas lecciones ayudarían en aquel desconsolador momento, cuando el torrente de agua y
escombros arrasó su residencia, destruyendo todo a su paso en el sector donde
vivían, en Cerro Grande, Naiguatá, Estado Vargas, Venezuela.
Se dio a conocer a través de medios de
comunicación locales, que el perro desde tempranas horas se encontraba ladrando
muy nervioso, pues su instinto le decía que se avecinaba una catástrofe de
incalculables proporciones, bien es sabido que los animales poseen un sentido mas agudizado de percepción con relación a peligros inminentes.
Horas más tarde, cuando la avalancha los
obligó a ir a un sitio más seguro, el valor y coraje de
este noble perro se puso a prueba. Orión salvó a una pequeña niña de ocho
años que era arrastrada por las aguas, todos pensaban que el perro se había
vuelto loco al verlo saltar y nadar entre las turbulentas aguas que traían
troncos, piedras y escombros de todo tipo.
Algunos vecinos gritaron al verlo nadar hacia
la niña y cuando abrió la boca, todos pensaban que mordería gravemente a la menor,
sin embargo no fue así, la sujetó tan sutilmente por las ropas que no le causó ningún
daño y la llevó sana y salva hasta la orilla donde los vecinos la rescataron.
La imagen de Orión permanecerá intacta
en el corazón de muchos venezolanos que ni pensaban que esa sería el inicio
de una hazaña sin precedente alguno en todo el mundo, realizada por este héroe canino
que no dudó ni un solo instante en mostrar su valentía y solidaridad.
Las personas, aun en shock, estaban atónitas
y no salían de su asombro. Posteriormente saltó de nuevo y sacó a una segunda
niña de 14 años de las aguas, luego ayudó a ocho niños a subir a sitios altos.
Así pasó la noche del miércoles y parte
de la mañana del jueves hasta que los testigos de tan insólito acontecimiento contaron
que “Orión” rescató a 37 personas de morir ahogadas, desde una pequeña de ocho
años hasta un anciano de 80, y esto lo realizó como respuesta a un natural
sentimiento de solidaridad hacia los humanos.
Su actuación fue increíble y por eso este
perro es recordado como el “Gran Perro de Rescate”. El sábado 26 de febrero del
2000 se llevó a cabo un reconocimiento oficial en el salón Andrés Eloy Blanco, en el Palacio Municipal de Caracas por el noble y exitoso esfuerzo realizado
por numerosos voluntarios y organismos del estado y muy especialmente al Héroe Canino
“ORION” por salvar tantas vidas humanas.
"Orión" y su amigo Mauricio
Fue condecorado y recibió una medalla de
“HONOR AL VALOR”, la cinta azul y un diploma por el rol desempeñado que manifestó
la fidelidad y nobleza de su raza durante la riada que acabó con la vida de
miles de personas en el litoral guaireño de Venezuela.
Tristemente el lunes 1 de diciembre del
año 2008 “Orión”, este valiente perro rescatista falleció a causa de una gastroenteritis
intestinal. Jesús Omar Guevara Olivares, presidente de la Asociación Venezolana
de Defensores de los Animales y del Medio
Ambiente de la Gran Sabana "ADAMA", se ha avocado a la tarea de
erigir una estatua de este gran perro con su respectiva plaza donde poderle rendir
los honores correspondientes para recordar su hazaña.
Orión y Alfa
Sin embargo, su recuerdo permanecerá
intacto en el corazón de las 37 personas que salvó, en los familiares de estos, en los
venezolanos y extranjeros que conocen esta historia, en los amantes de los perros y las sociedades protectoras de animales, quienes honran la memoria de este noble animal
que realizó tan grande proeza.