Cuentan que en la
carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas
para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la
asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado
ruido! Y, además, se pasaba todo el tiempo golpeando.
El martillo
aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que
había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el
tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver
que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo
de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba
midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. En eso
entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el
martillo, el tornillo, la lija, y el metro. Finalmente, la tosca madera inicial
se convirtió en un lindo mueble.
Cuando la
carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue
entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: “Señores, ha quedado
demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras
cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros
puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea
encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez,
la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro
era preciso y exacto. Se sintieron entonces un "equipo" capaz de
producir y hacer muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas
y de trabajar juntos.
Lectura sacada del libro "La culpa es de la vaca"
Autor desconocido
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen los recientes acontecimientos políticos en Venezuela y lo comprobarán. Cuando un líder político y los que los secundan buscan a menudo defectos en sus contrincantes, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, si tratan, con sinceridad, de reconocer sus errores y de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecerán los mejores logros humanos y colectivos.
ResponderBorrarestoy totalmente de acurdo contigo
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