La maravillosa naturaleza te abstrae,
te mueve de la
modernidad que se cae,
te saca del vulgar y
mundanal ruido,
la brisa te acaricia y
susurra al oído.
Te invita a dialogar con tu conciencia,
es algo que no se
logra con la ciencia,
forma idónea, especial
para la oración,
momento especial para
la contemplación.
Se aprecia la exquisita belleza de la creación,
el espíritu se eleva
con mayor afirmación,
la magnanimidad y
grandeza del Señor,
el trino de los
pájaros y canto del ruiseñor.
Con la luz y la fría brisa de la alborada
el cantío del gallo da
a la noche retirada,
el bramar del toro y
el mugir de las vacas
genera una discusión
en las guacharacas.
Un precioso arroyo que nace de un jagüey
donde abreva el
campesino junto a su buey
se preparan a la
jornada y se dirigen al conuco
que queda cerca, luego
del palo de camoruco.
El aromático y dulce café colado por la campesina,
una enorme arepa con
mantequilla, queso y cecina,
lleva el varón en una
cesta tapada con fino delantal
juntos, hombre y bestia
caminan sobre el manantial.
El dulce apapelonado, fuerte y estimulante
mantiene incólume las
fuerzas del caminante,
al paladar de la
sabrosona sazón femenina
degusta con fruición
sentado bajo la encina.
El bello paisaje adornado con cayenas escarlata,
diluyen la aspereza de
la trocha en las alpargatas
la transparente
ternura de sus riachuelos,
hacen más fresca la
sombra de los abetos.
La majestad interminable de la lluvia,
que en ocasiones
parece que diluvia,
el consuelo de los
árboles y las flores,
que absorben del aire
los hervores.
Con el beso de las abejas y mariposas,
se sonrojan la fruta,
el clavel y las rosas,
el encuentro efímero
con el agüaitacamino,
que en las tardes
acompaña a su destino.
Se ven en esta montaña todos los tonos de verde,
en lontananza el tenue
sol tras el cerro se pierde,
llegando las sombras
abrazando al bello paisaje
para que los cocuyos a
los noctámbulos agasaje.
© Hernán Antonio
Núñez
Muy bueno tío! excelente todas y cada una de las imágenes, con tus palabras es muy facil transportarnos a éste lugar que sin duda guarda aún la intocable, la indudable presencia de la evolución natural y su hermosa escencia, tranquila, que nos invita a vernos a nosotros y a Dios mismo!. Josué D.
ResponderBorrarGracias por tu comentario querido sobrino, es poco este humilde tributo literario para tantos momentos de solaz comunicación con la naturaleza que nos proporcionan estas hermosas montañas, acercándonos más a nuestra esencia. Un abrazo hijo!
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