Si el mar que por el
mundo se derrama
tuviera tanto amor como
agua fría,
se llamaría, por amor,
María
y no tan sólo mar, como
se llama.
Si la llama que el viento
desparrama,
por amor se quemara noche
y día,
esta llama de amor se
llamaría
María, simplemente en vez
de llama.
Pero ni el mar de amor
inundaría
con sus aguas eternas
otra cosa
que los ojos del ser que
sufre y ama,
ni la llama de amor
abrasaría,
con su energía
misericordiosa,
sino el alma que llora
cuando llama.
Autor: Francisco Luis Bernárdez (Argentina)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario