Hace muchos años, en un
hospital de Caracas, había un niñito llamado Joseph quien sufría de una extraña
enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una
transfusión de sangre de su hermano que era 4 años mayor, quien había
sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los
anticuerpos necesarios para combatirla.
Joseph Daniel y Hernán Aníbal |
Mientras la transfusión
continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermano, sonriente, mientras algunos lo asistían a él
y a su hermanito, viendo con suma alegría retornar el color a las mejillas del niño.
Entonces, de pronto, la cara del hermano más grande se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa pero segura: "¿A qué hora empezaré a morirme?
Entonces, de pronto, la cara del hermano más grande se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa pero segura: "¿A qué hora empezaré a morirme?
Siendo solo un muchacho,
no había comprendido al doctor; él pensaba que tenía que darle toda su sangre a
su hermano. ¡Y aun así se la daba!
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