¿Cuantas veces nos creemos dueños de la verdad?...
Cuántas veces nos creemos dueños
absolutos de la verdad, sentados sobre un pedestal de donde no queremos bajar y
escuchar razones, con nuestro ego y orgullo a la máxima expresión, seguros de
nosotros mismos, sin un ápice de humildad, creyéndonos perfectos, poderosos,
semidioses, viviendo en nuestro propio reino, donde ni siquiera El Todopoderoso
tiene cabida ni lugar, mirando el pecado ajeno sin revisar en nuestra propia
conciencia; incapaces de compartir y mucho menos perdonar...
Entender a aquel que señalamos
con el dedo, sin darnos cuenta que cuando señalamos a alguien tres de nuestros
propios dedos apuntan hacia nosotros
mismos, comprender al que cayó en desgracia, a esa persona que es motivo de
escándalo, a ese ser que hoy se arrastra en el fango, a quien todos le damos la
espalda, de quien todos harán leña como el árbol caído; es muy fácil ver los
toros desde lejos, pero el que está en el ruedo es quien ve el peligro frente a
su nariz.
Pero acaso... ¿sabes que tu
destino un día puede cambiar ¿Qué así como subiste igual puedes caer? Y cuan más alto te hayas
levantado mayor puede ser el golpe al desplomarte de la altura donde ya ni
caminas sino que vuelas! y estarías en el mismo lugar de aquel a quien tanto desprecias!
(solo que en peores condiciones), de quien apartaste la vista para tranquilizar
tu conciencia, de quien hablas a hurtadillas y hasta a vivas voces de su mala
fama.
No has leído en Las Divinas
Escrituras (Mateo 7, 1-5): "No juzguen a los demás y no serán juzgados
ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y
la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes. ¿Qué
pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que
hay en el tuyo? ¿Y dices a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo,
teniendo tú un tronco en el tuyo? Hipócrita, saca primero el tronco que tienes
en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano".
Así podemos estar nosotros por
cometer tantos errores, por ser tan soberbios, por dejarnos vencer por el mal,
así nos habrán de crucificar también a nosotros, haciéndonos a un lado en la
más terrible y oscura soledad, allí si nos acordaremos del Creador para
pedirle ayuda.
Por eso no debes escandalizarte
de ese pobre pecador ni de ningún otro semejante, al fin y al cabo todos somos
iguales ante los ojos del Creador, quien además es el único y auténtico Juez.
Mas bien, debemos ser solidarios con nuestro prójimo.
Dice La Santa Biblia, (Levítico
19, 15-18): "No dictarás sentencias injustas. No harás favores al pobre, no
te inclinarás ante el rico, sino que juzgarás con justicia a tu prójimo. No
calumniarás a tu prójimo ni buscarás medios legales para hacerlo desaparecer.
No odies en tu corazón a tu hermano; pero corrígelo, no sea que te hagas
cómplice de sus faltas. No te vengarás ni guardarás rencor contra tus paisanos,
sino que más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues Yo soy Yavé".
Mañana puedes ser tú el que
caigas, porque… ¿quién no ha sucumbido a
una tentación? ¿quién es aquel que no ha tropezado más de una vez? ¿quién no ha
confiado en su propio juicio sin invocar al Padre Eterno? ¡Dímelo! ¿Quién? El que esté libre de pecado que lance la primera piedra...
No seamos jueces, ni verdugos, no
asumamos la tarea de Dios! Que en nuestros labios y nuestros ojos solo asomen
siempre la misericordia y el perdón para ese hermano, ese amigo o inclusive
enemigo, para ese prójimo que encontró la desdicha. Que en nuestro corazón solo
viva y triunfe la humildad, la misericordia, la solidaridad y el Amor.
Autor: Desconocido
(Editado por mí)
La verdad es como una linterna encendida en la noche... que ilumina aunque sea sólo una pequeña parte, aunque lo demás quede a oscuras!
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